Cuando era niña tenía una amiga, eso creía yo, mi madre siempre me decía NO, ella y su madre no te convienen. No era por nada grave, pero sí que es cierto que removía en mi interior, ciertas inseguridades y autoestima. Cuando existía lo de » a cobro revertido «, ¿os acordáis? Pues cuando recibí aquella llamada de ella, puse punto y final a lo nuestro.
Entonces me pregunto qué es tener amigos. Me parece que la sociedad no tiene un concepto acertado de ello. Sé que el verdadero amigo soy yo, nadie más y encima en ocasiones, me castigo no dándome el Ok, al 100%.
Creía que en la amistad había un respeto mutuo hacia el otro, aceptando nuestra forma de ser.
Siempre sale el sentimiento de la envidia. Siempre está enfurecido y despega como un cohete supersónico que se adentra por tu conducto auditivo hasta llegar a tu cerebro. Entonces ahí se produce una «alerta»: a este/a, ni agua. La puerta se cierra sigilosamente, en mi caso.
La envidia es el sentimiento más asqueroso que puede existir. Por envidia te llevas todo por delante e incluso te delatas tú mismo/a. Pienso que no se entiende de procesos, como el camino, sacrificio, constancia, dedicación y otros muchos de la persona que produce dicha envidia. No entendemos que en el mundo hay infinitas maneras de vivir y sentir. Nos quedamos en la envidia porque es la manera más reconfortante que hay de quedarse ahí, en la zona de confort, donde no existe crecimiento personal alguno. La amistad debería basarse en un respeto mutua, verdadero.
Con este escrito no pretendo dar pena, relaciones con las personas siempre hay, y en los diferentes ciclos de la vida unos aparecen y luego desaparecen, pero mi concepto de amistad, creo que se aleja del generalizado.